Ayer les contaba los inicios de la Asociación Calle del Agua, la que llegó a tener alrededor de cien asociados, todos artistas malagueños o afincados en Málaga y su provincia, grandes artistas en cualquier faceta de las que nos incumbe: flamenca, literaria y gráfica. Músicos -especialmente guitarristas-, bailaores, cantaores, poetas, pintores, escultores, fotógrafos, investigadores y todo aquel que tenía algo que aportar era bienvenido. A pesar de que no disponíamos de sede, nos dieron cobijo en muchas entidades, entre la que destacamos El Pimpi, la Peña Los Verdiales y el Centro Cultural Flamenco "La Malagueña".
Las consecuencias de esta unión eran de esperar. Era un gozo ver tanto arte junto. Los objetivos, menos la sede y el Concurso Manuel Benítez Carrasco, que serán tema para otro momento, se alcanzaron. Y su objetivo primordial, la publicación.
Cuando nace nuestra primera revista, comenzamos llenando el auditorio del Centro Cultural del 27 y tuvieron que abrir el gallinero para albergar a los allí convocados, entonces el político vio que aquello era bueno y lo quiso para él. Las siguientes revistas eran esperadas por un gran número de aficionados y los socios de Calle del Agua se multiplicaban. Los políticos también se multiplicaron. Ya no estaba solo en escena el primero, llega un segundo de la Junta de Andalucía, a quien no le debemos ni un duro, y se me impuso también al por entonces alcalde de Almachar para entregar los galardones, dando trato de favor hasta al mismo concejal de Cuenca, siempre que fuera del partido, y dejando a un lado a quien me había financiado los programas de mano, por ser del PP. Vaya, que convirtieron su ayuda y el préstamo del local en una maniobra política con ganancia electoral de primer orden, aprovechando el quórum; se hicieron de pleno con el escenario adjudicándose un trabajo mío, nuestro, de los compañeros de Calle del Agua, dejándome anulada, como si ellos y su política fueran los protagonistas del milagro. Y hasta el último mono encapullado subió a la foto quitando el protagonismo a los verdaderos artífices de este maravilloso invento que se llama Calle del Agua: su directiva y sus socios, o viceversa, que no se sabe quien aportaba más en aquellos momentos. Cómo usurpó el escenario toda la clase política, queriendo protagonizar el maravilloso resultado que se palpaba.
Decidí por entonces hacer las presentaciones en los pueblos a los que iban dedicadas, primero Ronda y después Antequera, en ambas localidades recibimos un trato exquisito; siguió Casares, ole de verdad, y la última, la séptima publicada, nacida en pleno desarrollo flamenco y sus agencias políticas, que esa será objeto del artículo de mañana. Porque nace a la par que Málaga en Flamenco, porque esta bienal nace cuando Dios vio que Calle del Agua era buena. Pero, claro, como es buena, la quiero para mí. Y como nos negamos a entregarle el invento que ellos querían patentar, nos quitaron de en medio. Primero, la subvención, que consistía en pagar la edición, el papel nada más. Después, haciendo propias todas las ideas que nacen de un colectivo unido y con luces, claro que ninguno éramos expertos en negocios sino artistas, y aquello de las finanzas no era lo prioritario, ni necesitábamos voto alguno, ni ningún rollo que no fuera el arte por el arte. Total que, entre la decepción que se fue sembrando en el colectivo, la apatía de sus componentes, la impotencia - que, ante la injusticia cometida por el poder, se vuelve insoportable-, y ante la desilusión general, desaparece.
Había un trato verbal con el ente supramunicipal desde el primer número que era el de hacer llegar a los cien pueblos de Málaga un ejemplar para su biblioteca, un trato que nunca se cumplió. Se quedaron las cajas, como tantas cajas de libros editados, en los almacenes, a disposición del funcionario avispado o de la pelusa gris de la desidia. Y no voy a continuar relatando porquerías porque nada enturbiará el gozo que supone la recuperación de Calle del Agua.
Hace ahora año y medio volvimos a unirnos algunos de los supervivientes y, con ganas renovadas, con el convencimiento de que no se puede dejar en el olvido un atril de esta envergadura, hemos reiniciado la andadura, subiendo hacia arriba con fuerza multiplicada, proporcional al impulso con el que nos botaron, como cuando lanzas una pelota con mala leche pero… se te va al tejado del vecino ya para siempre.
Y aquí estamos, en el tejado, como el violinista.
* Inauguramos La Fiesta de los Candiles, en Venta Galwey, realizando dos años consecutivos la fiesta, celebración que estamos pensando retomar.
* Conseguimos, por la consideración hacia nosotros y nuestra revista Calle del Agua de la AME, siglas de la Asociación Malagueña de Escritores "Amigos de Málaga", ver premiado nuestro trabajo con el prestigioso galardón que otorgan anualmente entre personas y colectivos destacados, los Malagueños del Año, con el premio "Publicación del Año 2005", el mismo que sostengo en las manos llena de alegría.
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